09 marzo 2012

COMER SALUD ES UNA ALIMENTACION QUE SANA...



… que nos pone en contacto con nuestro entorno y nos sintoniza con las estaciones anuales del lugar que nos acoge… nos nutre solo de lo que necesitamos  y quedándonos incluso con un poco de hambre, nos  recuerda el vacío como recurso creativo en sintonía con el uni-verso… Estamos en comer salud, hoy jueves, 8 de marzo del 2012… celebrando el día internacional de la mujer.



Si recordamos… Las primeras alkimistas fueron mujeres, pues eran ellas las encargadas del fuego del lar, mientras que los hombres se dedicaban a la caza. El universo, por tanto, obliga a la mujer a ser custodia del fuego.

Ella, por su fisiología, puede ser también considerada la primera alkimista, por la posibilidad del cambio y purificación que le ofrece, mes tras mes, su menstruación. El conocimiento de  saber transformar los alimentos para hacerlos comestibles, llevó a la mujer a darse cuenta de que el olor modificaba su carácter y de que, a su vez, los alimentos se impregnaban de su ánima.



La cocina pasó, de ser alkímica, a ser un “castigo”, con un sentido de relegación, incomodidad, suciedad. La mujer, esclava, reivindica actualmente su salida de la cocina  como parte de su supuesta liberación, sin darse cuenta de que ella  alberga el conocimiento de la alkimia del alimento. La madre, intuitivamente, mantiene el afecto en el hacer culinario, pero no actúa como alkimista.

Aún así, y por su intención de afecto, hace que sus comidas sepan “diferentes”, que tengan su “truqui”. De ahí que a los hombres casi siempre les guste más la comida de su madre que la de su mujer.

El aporte de la alkimia de la cocina pasa a ser una terapia personal, sin que en ello  exista  una proposición expresa. Sin saber por qué, el estado de ánimo cambia, y pasa por la euforia, la alegría, el silencio, la introspección, que no es sino una muestra de la alkimia que se está produciendo. Y esos estados se crean si se trabaja bajo una intención. Así, el cocinar deja de ser una tortura.

Cuando una persona está triste y llega la hora de comer, si somos artistas alkímicos, podemos  preparar  algo para eliminar la tristeza, de tal forma que la presentación, el olor, el color del alimento, consigan abrir el apetito y se haga bueno el refrán: “Barriga llena, corazón contento”, pero con intención. La intención tiene que estar desde el principio y continuamente en todo acto de preparar el alimento, para que éste canalice, en el hombre, su propia identidad y sentido de amor. E, igualmente, es muy importante la experiencia de afecto entre quienes participan en esa transformación alkímica de los alimentos.

Sólo con la forma de servir se puede ayudar a otros. Cuando se desarrolla esa intención, se aprende a intuir el estado de las personas y lo que precisan para sanarse. Esta forma de abordar la preparación de los alimentos, es una forma alkímica de servicio que, en su integración, hace llegar a las personas a otro estado de consciencia , donde, a pesar del cansancio, éste no llegue a ser extenuante; y, de este modo, también quien prepara el alimento cambia en su ánima.  Lo que aparentemente es un suplicio –el cocinar-, se convierte en UN LUGAR DE CREATIVIDAD; EN UN ACTO DE AMOR PARA LA TRANSFORMACIÓN DE LOS ALIMENTOS, QUE, EN DEFINITIVA, ES DE DONDE PROCEDE EL ALIMENTO QUE NUTRE AL ESPÍRITU.