Y Dios se fue disolviendo... ¡como un gran terrón de azúcar!
¡A fuerza de estar preocupado por lo importante que es cada uno, Dios se fue disolviendo y se fueron quedando menos terrones de azúcar!
¡Así que, a fuerza de preocuparse unos por otros, y... y de ser importantes, unos por encima de otros, los hombres fueron ahorrando y acumulando todo: sabiduría, libros, conocimiento..., y fueron disolviendo el Gran Terrón de azúcar, que era Dios!
Así que, a fuerza de preocuparse unos sobre otros y la importancia de unos sobre otros, y... y... y el tener más que otros, el hombre fue decidiendo que ¡todo lo iba a arreglar a las bravas! ¡Y el Gran Terrón de azúcar –Dios- se fue disolviendo más y más...!
Y además de preocuparse unos sobre otros, y ser unos más importantes que otros, y almacenar todo lo que podían, y violentarse todo lo que podían, los hombres decidieron ¡envidiarse cada vez más y encelarse cada vez más! ¡Con lo cual, el Grandísimo Terrón de azúcar que Dios era... se fue diluyendo más y más!
¡Y fue tanta la evolución del hombre, que se convirtió en vulgar, corriente y moliente...; y sólo se preocupaba de sus pocas cosas dolientes..., sus pocas cosas “cotidiantes”, desesperantes...!
¡El Gran Terrón de azúcar que era Dios... se disolvió más y más!
¡¡¡Tanto... tanto... que la humanidad se convirtió en diabética!!!
¡Ah, sí, sí, sí, sí, sí! Es una humanidad dependiente..., dependiente de una dosis... ¡letal!
Necesita... eh... eh... ¡de la insulina! ¡Que era el amor de Dios!
¡Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhh! ¡Pero la insulina que usa la humanidad, ante su estado de diabetes, es una insulina sin-té-ti-ca, un amor sintético, sin tetas.
¡Aaahhh! Ustedes pensarán, queridos retoños en el Señor, que estoy exagerando mucho. ¡No puede ser!
¿Y cuál es la moderna insulina... -de Dios- sintética que usa el hombre?
¿Tecnología?, ¿economía?, ¿nivel de vida?, ¿bienestar?, ¿tiempo libre?, ¿confort?, ¿pornografía?, ¿deterioro?, ¿corrupción?...
Ésa es la insulina que usa hoy la humanidad.
Claro, ésa no... no llega a regular la dosis de azúcar de Dios en sangre.
¡En consecuencia, la humanidad entra... en coma!
Y eso es lo que hace: ¡comer y comer, y comer y comer, y comer y comer, y comer! ¡Y beber y beber y beber y beber! ¡Y mear y mear y mear y mear!
¡Polidisia, polifagia, poliuria!
¡Fíjense, fíjense ahora! ¡Fíjense, fíjense, fíjense! ¡De tanto ignorar a la Creación, la Creación se ha disuelto y ha impregnado la existencia! Y el hombre ha tenido que compensar ese aumento de Dios disuelto en todas partes. Y, para compensar, ha tenido que recurrir a la divina teología, a la sagrada ciencia, a la domesticada economía..., ¡a todo lo que han escuchado! Y, claro, como no es auténtico, en coma ha terminado. Y en coma se encuentra la querida humanidad, esperando... esperando... un trasplante..., que parece que nunca llega.
Las complicaciones habituales de la diabetes se suceden: accidentes cerebro-vasculares, problemas cardiacos, insuficiencia vascular, ceguera, impotencia, nefropatía crónica... Lo que ocurre día a día.
EL OLVIDO DE DIOS... ENGENDRA ENFERMEDAD.
¡Ahhh...!, la diabetes, quizás sea un ejemplo universal.
“No podemos hoy –dice la ciencia- hacer un trasplante de páncreas”.
¿Qué posibilidades hay?
¡Ah, las células madre!... Porque células padre no hay
¡¿Células madre...?! ¿Se puede... se, se, se, se pueden poner células madre en el páncreas y generar nuevos islotes de Langerhans, pa... pa... pa... para que el hombre evoque una relación hacia Lo Divino y deje de preocuparse de sus “cochinos” y mezquinos haceres diarios, ¡¡¡co-ñooo!!!?
¡¿Células madre...?! ¡Aaaahhh! ¡Oh, oh, eso puede significar que... que quizás, si recurrimos a lo fe-menino, podamos encontrar una manera de recuperar nuestra conexión con Lo Divino!
¡Ay, mujer, ámame un poco más, para que pueda sentir a Dios un poco más cerca!
¡Ay, mujer, tócame un poco más, para que el azúcar de Dios no sea un dolor, sino un gusto, un placer!
¡Ay, femenino proceder, ternura, detalle, belleza, olor...! Danos... danos a la humanidad vuestra esencia, para que podamos llevar las células de la vida, de la humanidad, en unión con las células de la vida de Dios!
¡Ay, femenino proceder de hombre, varón! ¡Con tu elegancia, tu prestancia, tu adornado afán, tu caballerosidad, tu templanza, recupera tu “X”!
¡Ay, femenino proceder de hombre, varón, recupera tus ideales, tus banderas de colores, tus entregas pasionales, tu dar sin esperar interés a cambio!
¡Ay, hembra, mujer, femenina, de sexo puro, recupera tu elegancia y belleza en el encuentro de los amantes, para hacer un orgasmo continuado; una visión… una visión amplificada de un amor enamorado, que se nutre de contemplarse en orgasmos continuados!
Luego ahí, luego aquí, ahí… tenemos la posibilidad de solución: ¡Es ejercer en los diamantes que cada ser tiene, por propia vocación!
¡Aún es posible volver al Gran Terrón de Dios!
¡Aún es posible salir de la enfermedad incurable!
¡Aún es posible cesar en el sufrimiento!
Así, sí... ¡Ámen!
J.L. Padilla. Oslo, 5 de marzo de 2.004
2 comentarios:
Gracias! esta es una de las recetas mas hermosas y nutritivas que he visto en mi vida... la voy a releer para prepararla dia a dia ya que con la practica es como se consigue el resultado adecuado y el uso de los ingredientes correctos cierto risia?
;) dios te bendiga por compartir esta magia tan linda.
om manipadme hum.
anonimo
Cierto!!! y para mi es una bendición y un regalo toda esta magia... Dios nos bendiga a todos y gracias por tus comentarios... un abrazo fuerte!
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