(Nota extraída de la
Cuña de Comunicaciones Tian 24 horas y más. Por J.L.Padilla)
A propósito de Fukushima, la central nuclear que está en plena actividad.
Nuestra cuña va encaminad a la concienciación que debemos tener en estos momentos, en los que la radioactividad sigue creciendo, se sigue expandiendo y se sigue derramando hacia todos los mares.
Nuestra cuña va encaminad a la concienciación que debemos tener en estos momentos, en los que la radioactividad sigue creciendo, se sigue expandiendo y se sigue derramando hacia todos los mares.
Cuando ocurrió la catástrofe de Chernóbil y se detectaron los niveles
radioactivos por primera vez en Suecia –que fue el primer país que los
detectó-, se pensó inmediatamente que había surgido un escape radioactivo en
Suecia. Después de comprobar el estado de las centrales nucleares suecas, se
llegó a la conclusión de que no había sido en Suecia; se decretó la alarma
radioactiva en Suecia y luego posteriormente descubrieron que no, que el asunto
estaba en Chernóbil.
Con este ejemplo les queremos decir que inmediatamente de producirse el
accidente de Chernóbil, un país no muy alejado -pero otro país- detecta
inmediatamente un nivel radioactivo alto y peligroso.
Todavía no sabemos las consecuencias de Chernóbil fuera de Chernóbil,
porque tan solo nos cuentan lo que pasó con las personas de Chernóbil, que, por
cierto, están queriendo volver y están volviendo, y hay hasta tours turísticos
hasta Chernóbil.
No sabemos qué ha pasado en un perímetro de doscientos, quinientos o mil kilómetros a la redonda, en cuanto a índice de cancerogénesis, índices de trastornos sanguíneos...; todavía no sabemos, porque todavía es pronto. Cuando pasen 15 ó 20 años más entonces seguramente tendremos datos que justificarán que, en las zonas más cercanas –estamos hablando de mil kilómetros a la redonda- de Chernóbil, las incidencias de determinadas patologías pueden ser achacadas al escape radioactivo de Chernóbil.
En consecuencia, el escape radioactivo de Fukushima está siendo visto...
–y no queremos con ello alarmar; en absoluto, sino todo lo contrario, situarlo
en un nivel solidario-, está afectando no solamente a Japón, una vez más. La
primera por Hiroshima y Nagasaki, y ahora por un fenómeno natural. En cualquier
caso, otra vez están siendo víctimas de la radioactividad. Y, evidentemente,
esta radioactividad se va a extender a todo el planeta.
Tenemos que tomar nuestras mínimas precauciones, porque Fukushima somos todos. ¡Estamos todos ahí!
Y como dice una editorial: “Fukushima nos pone ante lo desconocido”.
¡No, ante lo desconocido no!; sabemos los efectos de la radioactividad, hasta cierta escala, hasta cierto nivel.
Se trata siempre de crear un alarmismo local allí y no crear ninguna preocupación lejos de allí. Y eso es lo que queremos nosotros ‘encuñar’.
¡Tenemos que alertarnos! Precisamente el ayuno viene como anillo al dedo.
Aunque obviamente la radioactividad no solamente se va a vehiculizar a través
de los alimentos, sino que también la vía aérea está ahí pendiente y está ahí
como fuente y tiene todos los caminos que quiera para llegar a poder ser un
riesgo para la salud; ¡no de todos!, porque también esto es importante, ¡no de
todos!, porque la radioactividad no afecta por igual a todo el mundo. Venerables
ancianos..., uno recientemente que sufrió el bombardeo de Hiroshima y el de
Nagasaki ha fallecido a los noventa y pico de años. ¡No afecta por igual, no se
sabe porqué tampoco.
Es muy pronto para valorar qué daños nos puede hacer, pero a la hora de
plantearnos qué podemos hacer como preventivo; por una parte ese día de ayuno
semanal –no
como mecanismo cardiovascular, que también lo será-, como
forma de evitar la ingesta de productos que puedan ser contaminados o que
puedan estar contaminados, es un entrante. Otro entrante importante es que a la
hora de seleccionar los alimentos sean, a ser posible, integrales. Sobre todo
cereales –integrales: dícese con cáscara-;
importante que éstos sean una parte inteligente de nuestra dieta. De igual
forma, las legumbres deben ser otro de los productos a ingerir. Y en menor
cantidad –obviamente- los productos cárnicos y los pescados, por razones obvias
de la contaminación marina.
No obstante, insistimos, todo esto es
relativo, porque cada uno tendrá una respuesta. Pero sí podemos prever un
cierto grado de actitud.
Y si ya queremos completarlo con
nuestro sistema general de prevención desde el punto de vista de la Medicina
Tradicional China, habríamos de implementar con una moxibustión indirecta en Zu
San Li,
moxibustión indirecta en Nei guan y moxibustión indirecta en Gong
sun
-4 de Bazo-.
La razón es que esto nos va a permitir una mejor adaptación del sistema inmunológico ante posibles elementos radioactivos; punto uno. Punto dos: una mejor relación de la asimilación y de la adaptación de nuestro organismo a productos radioactivos.
Y, en tercer lugar, una mejor eliminación y utilización de elementos
radioactivos.
Con estos elementos podemos desde ya prevenirnos, si es que así lo creemos oportuno, por lo menos una vez cada quince días, para adelantarnos a posibilidades. Es decir, que la Medicina Tradicional China dispone de recursos energéticos –este Patrimonio Inmaterial de la Humanidad- para poder ayudar a problemas radioactivos.
Con estos elementos podemos desde ya prevenirnos, si es que así lo creemos oportuno, por lo menos una vez cada quince días, para adelantarnos a posibilidades. Es decir, que la Medicina Tradicional China dispone de recursos energéticos –este Patrimonio Inmaterial de la Humanidad- para poder ayudar a problemas radioactivos.
No olvidemos -y lo decimos para que nadie diga: “¡ah, pues esto es
simplemente una especulación!”- que, cuando Hiroshima y Nagasaki, en Hiroshima
se crearon muy cercanos dos hospitales; uno trataba a todos los pacientes según
los recursos científicos del momento y otro trataba a todos los pacientes con
la Medicina Natural, la Medicina Tradicional Oriental, genéricamente llamada
China, con sus variables japonesas, véase plantas, véase acupuntura, véase
moxibustión.
Y, al cabo de tres o cuatro años, todos los pacientes del hospital en el que
se trataban a los enfermos según los recursos modernos... habían fallecido,
¡todos!
Y, en el hospital de Medicina Tradicional China, el 75% de los pacientes permanecían vivos; con problemas –no decimos que sanos-, pero permanecían vivos. La mortandad fue de un 25%. Y en el otro fue de un 100%.
Y, en el hospital de Medicina Tradicional China, el 75% de los pacientes permanecían vivos; con problemas –no decimos que sanos-, pero permanecían vivos. La mortandad fue de un 25%. Y en el otro fue de un 100%.
Esto nos debe hacer pensar. Es una noticia así como olvidadiza, pero
también nos ayuda a argumentar el porqué podemos recurrir a la Medicina
Tradicional China como un mecanismo de ayuda, de prevención y de cuidado ante
una situación radioactiva.
J.L.Padilla
1 comentario:
muy interesante, desconocía lo de los dos hospitales con diferentes tratamientos.
un saludo
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