24 mayo 2011

Alimentación en occidente: "Vivir para comer o comer para vivir"





En occidente la alimentación ha pasado de ser una necesidad a considerarse un placer. En una sociedad de productividad y consumo, el alimento se ha convertido en una fuente de beneficios. De esta forma hemos desarrollado un estilo de vida en el que se consumen muchos más alimentos de los que realmente se necesitan.


La oferta es incesante y se ha pasado de comer para vivir a vivir para comer. Hasta no hace muchos años las dietas de las diferentes poblaciones eran realmente escuetas. Es decir el menú podía repetirse durante toda la semana igual. Y en ciertas partes del planeta sigue siendo así: frijoles con arroz y algo de carne todos los días. ¿Se imaginan repetir garbanzos durante toda una semana ahora en una casa media de una ciudad media de Europa, por ejemplo? Pero este cambio se ha producido en 50 años.






La voracidad del consumo y la oferta nos hace estar permanentemente cambiando y deseando sabores distintos, olores diferentes. De tal forma que comer se ha convertido en un placer más que en una necesidad. Por otro lado la manipulación de la producción de alimentos hace que podamos conseguir cualquier tipo de alimento, en cualquier estación, sea o no sea característico del país en el que estamos. Los alimentos originariamente surgen en una parte del planeta en base a unas características ambientales. Se supone que los seres que habitan esa tierra, justamente es lo que necesitan para mantenerse nutridos. Pero precisamente, el placer y la capacidad para producir cualquier tipo de alimento, hace que en la actualidad podamos comer cualquier tipo de alimento de cualquier parte.


El alimento nos sirve para sintonizarnos con la tierra, si comemos cosas que no son propias de ella, perdemos esa posibilidad de sintonía y nuestro organismo tiene que hacer un esfuerzo suplementario para asimilarlas. Además ese estilo de vida de producción y competición ha hecho aparecer un fenómeno curioso. A la vez que se impone el placer a la necesidad, también la esclavitud del tiempo hace que se haya desarrollado una forma de alimentación “rápida”. Es como satisfacer el deseo lo más rápidamente posible, con el menor consumo posible y de la manera más cómoda posible. Así surge la comida rápida.


Nos situamos así en una sociedad de consumo, de placer, de productividad que implica un sedentarismo y una escasez de tiempo porque todo tiene que ir rápido y se tiene que producir el máximo en el mínimo tiempo y una búsqueda de lo fácil y lo cómodo, lo que finalmente va a producir antes o después el famoso estrés.




En este panorama de estilo de vida, no es de extrañar que aparezca una situación, por no llamarle “enfermedad” que se está convirtiendo en una pandemia del mundo en el siglo XXI: la OBESIDAD...

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