La obesidad es un fenómeno muy complejo. Pero, de entrada, sí sabemos que hay una relación –en la mayoría de los casos- entre aumento de ingesta, si no se gasta lo que se come, produce obesidad.
Eso lo vemos, por ejemplo, en los deportistas. Los deportistas comen bastante, y beben mucho para compensar la pérdida electrolítica y se mantienen en un peso bastante estable, cada uno con su talla y su constitución. Pero en cuanto dejan de gastar todo eso y siguen gastando más o menos igual, engordan.
El problema de la obesidad reside o radica, en principio, en que el hombre se hace sedentario, y almacena y acopia, acopia y almacena, conserva, preserva…
El origen real de la obesidad, se debería antropológicamente hablando, al sedentarismo. Cuando el hombre era nómada no podía acumular alimentos, debía comer lo que conseguía en el camino. Cuando se hace sedentario puede hacer almacenes, acumular, producir, empieza la agricultura y en definitiva produce más de lo que necesita y lo acumula. Y lo mismo hace su organismo, come más de lo que necesita y acumula: engorda.
Es un estilo de vida, no solamente por la cantidad que come, sino por la forma en que vive. Se mueve poco. Piensa mucho. Se obsesiona mucho. Está muy pendiente de los demás, demasiado pendiente de los demás. Viaja poco en la mente, y en el cuerpo y en todo. Está demasiado obsesionado. La obsesión bloquea nuestras energías y las sitúa en un espacio un poco limitante. Es decir, el psiquismo es uno de los factores que influyen decididamente en la obesidad. Pero el psiquismo en cualquiera de sus manifestaciones: miedo, obsesión, rabia, excesiva alegría… da igual qué manifestación sea.
No debemos olvidar la acción del siquismo sobre el hipotálamo. Son señales sensitivas y emocionales las que van a activar esa zona del cerebro que en definitiva pone en marcha toda la sucesión de secreciones hormonales de nuestro organismo. Y un desequilibrio emocional mantenido, puede acabar dando una alteración hormonal haciendo que el sujeto empiece a padecer un proceso de obesidad.
En consecuencia, toda persona que quiere bajar de peso, debería plantearse su sistema de vida. Y plantear su sistema de vida significa: plantearse sus rencores, planteares sus amores, sus victorias, sus derrotas, sus fracasos. Todo eso es producto de un sistema de competencia, de competitividad.
Abandonar la competitividad, abandonar la idea del fracaso, establecer la disciplina, desarrollar la obediencia, promover el servicio, exacerbar la sinceridad.
En la medida en que estas acciones –porque estamos hablando de acciones concretas- se dan, cambiamos de estilo de vida y, obviamente, cambia también nuestro cuerpo. Cambia la estructura de nuestro cuerpo, y busca la estructura que le corresponde: una estructura equilibrada. Ni delgado ni obeso. En su peso. En su beso.
Es curioso que la palabra “obeso” si le quitamos la “O” queda: un beso. Es como si nos quisiera decir que el problema de la obesidad, es un problema de amor. Que en la medida en que nuestro amor, nuestros amores, se hacen como deben ser somos un beso para la vida, somos un beso para los demás y no tiene sentido ser obeso.
Creemos que ese es el recurso real para adelgazar, eso es lo verdaderamente autentico. Que después queremos acompañarlo de la dieta: A, B; o C... bueno sí, puede tener su pequeño, pequeño valor. Que queremos hacer también acupuntura o tomar unas hierbas para adelgazar o... sí, también, pero todos esos elementos son circunstanciales y limitados.
En consecuencia, creemos que la obesidad obedece a un esquema cultural, a un estilo de vida, que si no se está dispuesto a modificar o a cambiar, estamos ante una situación irreversible.
A la hora de hablar de Obesidad también hay que hacer la salvedad de personas con enfermedades que desarrollan obesidad, como trastornos metabólicos. En estos casos habrá que corregir esos trastornos, y la obesidad desaparecerá.
Queremos hacer la salvedad en el caso de la Medicina Tradicional China y en especial de la acupuntura, que esta nos consta que modifica el estilo de sentir y de pensar, en el sentido de amplificarlo. Y en consecuencia, sí tenemos –si se elabora el tratamiento en ese sentido- en la Medicina Tradicional China, en la acupuntura, en la moxibustión y en el masaje, un recurso para ayudar a ese cambio de estilo de vida.
Y eso lo hemos comprobado clínicamente, no está en el terreno de la hipótesis está en el terreno de la comprobación. No siempre -eso también es cierto-, pero en los casos en los que hemos enfocado el tratamiento, a través de:
- Shen: del siquismo.
- Ling: de la espiritualidad.
- Tao: a través del sentido de la vida del ser…..
Todos esos acontecimientos se han ido diluyendo, y la persona poco a poco, ha ido encontrando su peso ideal, el peso que le corresponde, el peso que necesita para realizar la función para la que ha sido creada. En consecuencia, queremos hacer esta pequeña salvedad, porque muchas veces también se puede hacer acupuntura, moxibustión, para quitar el apetito, pero no nos parece que ese sea el sentido autentico, a nivel de la respuesta que hemos dado, porque eso sería actuar igual que cualquier otro fármaco.
Nosotros nos planteamos que la obesidad es un asunto de amores, es un asunto de estilos de vida y entonces tenemos que actuar también acupunturalmente bajo ese aspecto.
Actitud a desarrollar ante las personas obesas:
Cuando reciban a las personas que acuden para que ustedes les ayuden a adelgazar –en consecuencia- tienen que plantearles, de entrada, la idea de que la obesidad no es un problema simplemente de comer mucho. Probablemente ya hayan hecho todo tipo de regímenes (de 1500 calorías, de 2000 calorías), etc.
En el sentido digestivo lo primero es que yo adopte otra actitud con el alimento, que mi actitud con el alimento sea la consciencia de que es un privilegio el poder comer. Que ese privilegio, si me ha tocado ahora, vivirlo en esta dimensión, en este tiempo, tengo que ingerirlo con mesura, con cuidado... Y que cuando como ansiosa y vorazmente, va a ayudar a que yo esté obeso, pero que no me preocupe si estoy gordo o no, lo que me debe preocupar es la ansiedad con la que como, con la que ingiero comida u otras cosas.
En la medida en que nosotros quitamos el carácter de enfermedad a la obesidad, y lo consideramos como un acontecimiento social, cultural, filosófico... En esa medida, la persona va a poder cambiar, de entrada, simplemente con la charla, su actitud ante la comida. Y a lo mejor come menos, y a lo mejor cambia su alimentación... pero sí ya tiene incorporada la idea de que él no es un enfermo; él es producto de una actitud social y cultural, que come todo, que aprovecha todo, que lo quiere todo.
Es una forma de poseer. Una forma de incorporar todo para mí. Y que a veces es comiendo mucho, y otras veces es no comiendo mucho; es con la idea de que sabe que tiene que competir, que ganar, que guardar, que acumular, que asegurar... Toda esa idea va a hacer que se transfigure el cuerpo y vaya cogiendo otras estructuras.
Entonces, dos cosas muy importantes:
Primero: quitarles ese sentimiento de culpa... “de que son ellos los culpables de eso”. Estamos hablando de las obesidades moderadas, las obesidades llamadas “mórbidas” de 200 o 300 Kilos, ya son una enfermedad compleja que merece otras consideraciones aparte.
Segundo: Hacerles ver que probablemente no sea ninguna enfermedad. Ahora sí, probablemente, para no entrar en discusión, que seguramente es un acontecimiento social, cultural, debido al desequilibrio tan enorme que hay de la utilización de recursos; y que la dieta no tiene ningún valor, lo importante es recuperar el sentido de privilegio –si es que estás en un sitio que puedes comer- de poder seleccionar, de poder elegir la cantidad.
Entonces, tu eliges aquello que realmente necesites. Recuperar la voluntad de la cordura, y ser solidarios con aquellos que van a morir ese día –cada segundo- de hambre, porque no tienen..., no hay... recursos.
Como una primera aproximación, así situamos el problema adecuadamente.
Segunda aproximación: Está la idea... -que no hay que cambiar por el momento, porque algo de cierto hay- y es que “cuanto más coma, más engordo”. Entonces, viene la cosa de “la dieta”: ¿qué debo comer? ¿Qué no debo comer?
Por lo menos que supriman una de las comidas –que haga al día- . Si hace 3 comidas, que quite una; si hace 2, que quite una; si hace 4, que quite una... Si hace una comida, pues que ayune una vez ó dos a la semana.
Ya saben que la mejor dieta es “la no dieta”, la mejor dieta es el Ayuno. No hay otra dieta mejor que esa. Entonces, empiecen por reducir esas cantidades, de esa manera, muy simple, para que no sea una obsesión en la vida de la persona ¡quítenle la obsesión del régimen y de las comidas!
Tenemos que saber conjugar en nuestra cultura qué elementos son los que realmente participan en una obesidad, y evidentemente, saber que esa obesidad nos puede –al menos- impedir ciertas cosas, o incomodarnos en ciertas cosas. Y tenemos que hacer algo para que eso no se desarrolle.
Hacerle ver que no estamos ante una enfermedad. Estamos ante un estilo de vivir que genera una estructura y una... transfiguración, una metamorfosis, que no hace posible que las condiciones generales de la persona se desarrollen con toda la normalidad. Si le quitamos ese drama, probablemente la persona, solo con esa educación, empiece a perder peso.
Otra cosa importante a tener en cuenta es que habitualmente hay una desproporción entre la cantidad de ejercicio –movimiento- y la cantidad de ingesta. Es decir, lo lógico es que –con el tiempo- si yo me muevo menos, coma menos. Y lo que ocurre no es así, sigo comiendo lo mismo, pero me muevo menos... luego, favorezco que aparezca la obesidad.
Entonces, a la idea de comer despacio y sin ansiedad, a la idea de comer un poco menos -porque hago menos ejercicio- habría que añadirle la idea de incrementar el ejercicio: Comer sin ansiedad. Comer menos. Hacer más ejercicio.
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